EEn la discusión de Schmitt sobre el parlamentarismo se extiende, casi
al final, pero como una implicación directa de sus argumentos y su postura el
hecho de que existe hoy en día un fe en la discusión, fe que finalmente no
logra sortear las nuevas formas por medio de las cuales funciona el parlamento
en la práctica, que centra su poder de decisión en las comisiones cada vez más
cerradas, exponiendo el hecho de que las grandes decisiones políticas y
económicas ya no son el resultado de equilibrio entre distintas opiniones, ni
el resultado de los debates parlamentarios, atentando en contra de los
principios fundamentales del parlamentarismo que son la discusión y la
publicidad.
Lo interesante es notar que dado el despojo del parlamentarismo de sus
elementos fundamentales se pierde asimismo la razón de todo el sistema de
libertad de expresión, reunión y prensa, debates públicos e inmunidades y
privilegios parlamentarios, convirtiendo grandes partes de este sistema
únicamente en una fachada, fachada que aún no se ha derrumbado y que permanece
como componente esencial en los sistemas y gobiernos democrático liberales.
Finalmente, no dudando del acierto de la crítica de Schmitt hacia el
parlamentarismo, queda entonces la pregunta del por qué no se ha derrumbado este
como institución en la práctica, si la asociación entre democracia y
liberalismo inmersa en las sociedades modernas, que llega a confundirnos, tiene
como consecuencia de su desarrollo histórico esta eventual crisis, por qué el
devenir histórico no ha apuntado hacia otras formas de organización,
sustentadas en una fe distinta con
principios distintos y por qué las contradicciones entre el liberalismo y la
democracia no han engendrado en ellas la semilla de la destrucción y el cambio
del sistema, si no que al contrario, se han mostrado como los paradigmas
victoriosos después de la segunda guerra mundial y durante toda la historia
posterior, apuntando por ejemplo, el hecho de que muchas sociedades aún esperan
por transitar hacia sistemas de esta naturaleza que se funden como un ideal.
Debemos entender estos cambios y esta evolución como parte de un
proceso histórico en el cual las estructuras de dominio y de ejercicio del
poder han mutado en la dirección de depositarlo, en el contexto del
parlamentarismo, en las comisiones atentando en contra de los principios del
mismo. Sin embargo, podemos apuntar que en la actualidad existe un equilibrio
en ese sentido, dichas estructuras de poder han logrado trascender y permanecer,
parchando de algún modo los estragos de la pérdida de principios, aún conservando
en las personas su fe en beneficio de quienes detentan el poder.

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